Acreditación de las instituciones de Educación a Distancia
Las instituciones de educación superior y los programas a distancia se han expandido por el mundo de manera creciente en los últimos años para atender los requerimientos educativos de una población también creciente y dispersa a nivel global, dando lugar a una época en la cual las personas pueden hacer una profesión en cualquier país del mundo sin salir del propio.
Es una era de educación sin fronteras donde la organización que ofrece la formación puede estar localizada a miles de kilómetros de donde se encuentra el destinatario de esa formación. Ese movimiento de expansión extraterritorial de la educación superior a distancia ha recibido críticas en el sentido de que muchas ofertas de formación carecen de la calidad necesaria.
En esencia los atributos de una educación de calidad son difusos y no son entendidos de la misma manera por todos los actores. Ni todos engloban las mismas características al analizar el concepto. Tan complicada es su definición que en la Web hay millones de referencias del término que destacan uno u otro de sus atributos para definir la calidad. La dificultad de la comunidad científica para ponerse de acuerdo tiene su origen en la naturaleza de la ciencia y de la corriente de pensamiento que sustente el autor. En las ciencias sociales el concepto de calidad es más difuso aún ya que, por ejemplo, decir que la educación es de calidad cuando satisface las necesidades de los usuarios o cuando la misma permite lograr los ideales de una sociedad, es entrar en un terreno propicio para la especulación filosófica.
Sin embargo, en lo que sí hay cierto consenso es en sostener que la calidad debe ser un atributo inherente de la educación que se ponga a disposición de la población y que su logro es el resultado de un proceso permanente e intencional de las organizaciones. Independientemente de lo que se entienda por calidad o por excelencia de la educación, toda sociedad aspira a que la educación que reciben las nuevas generaciones esté matizada por las cualidades deseables que definen la calidad. S i bien por causas fortuitas se pueden alcanzar mejoras en la calidad de la educación, no cabe dudas de que su logro es más bien el resultado de una búsqueda intencional de las organizaciones preocupadas por que sus resultados sean los mejores.
En este sentido, las instituciones interesadas en mejorar constantemente sus resultados disponen de herramientas valiosas que pueden ayudarles en su propósito. Así, tanto la investigación como la experimentación y la innovación tienen mucho que ver con el logro de la calidad en las instituciones de educación superior a partir de políticas institucionales orientadas a la transparencia y a la rendición de cuentas. En la medida que las instituciones ponen de manifiesto sus resultados y discuten los mismos con los sectores interesados de la comunidad académica, en esa misma medida se pueden elaborar planes de mejora con la participación de los integrantes de dicha comunidad.
Y pienso que la responsabilidad de las instituciones es hacer viable modelos de investigación y experimentación orientados a lograr mayores niveles de calidad de la formación universitaria. En la medida que la institución tiene conocimientos acumulados sobre lo que es y cómo se desarrollan los procesos académicos en su seno y sobre cómo la institución es percibida por la sociedad, esos conocimientos pueden ser utilizados para mejorar constantemente sus prácticas y sus enfoques metodológicos.
La investigación sobre los diferentes componentes del proceso educativo en las instituciones de educación superior a distancia es fundamental. En este sentido, tanto los procesos pedagógicos como los resultados alcanzados deben ser objeto de investigación. Merece especial atención la investigación sobre la efectividad del currículo y los materiales didácticos elaborados para apoyar el proceso de aprendizaje autónomo de las estudiantes. De igual modo, es necesario que la formación de los docentes-tutores y sus prácticas sean también objeto de estudios frecuentes, en especial, lo referente a sus prácticas de evaluación de los aprendizajes y nivel de adaptación a la modalidad.
Es importante que en la labor de investigación se realicen estudios sobre los estudiantes de la educación a distancia. Es apropiado determinar cuál es su composición social, si disponen de las competencias previas necesarias para tener éxito en la educación superior o bien si tienen acceso a los recursos tecnológicos indispensables para realizar las actividades propias de su formación. Es obvio que las respuestas a estas interrogantes han de incidir en la estrategia institucional a seguir para garantizar que los estudiantes alcancen el logro de las competencias deseables contenidas en el plan de estudios.
Además, conviene que la organización tenga la retroalimentación de su trabajo de formación realizando estudios sobre el impacto de sus egresados en el mercado de trabajo en interés de precisar el tiempo que tarda un egresado de la educación a distancia en encontrar un primer empleo en comparación con los que provienen de la educación presencial, así como también el nivel de satisfacción de los empleadores con la formación recibida por los egresados. Resulta útil saber también si los propios egresados se encuentran satisfechos con la formación y si esta les ha permitido cierta movilidad social. Los datos resultantes de estos estudios tienen mucha importancia a la hora de realizar procesos de reforma de los pensa y, por ende, en la búsqueda de pertinencia social de los estudios superiores a distancia.
Las universidades a distancia cambian y lo hacen con mucha frecuencia, derivado de los avances en la ciencia y del impacto que en ellas han tenido las TICS. Pero el cambio cuando es consciente no se produce por el cambio mismo, sino por la necesidad de mejorar. Introducir, por ejemplo, la virtualidad en una universidad a distancia convencional, encontrará resistencia si el cambio no es controlado. Por ello los procesos de experimentación y demostración, conducen a cambios controlados y al progresivo involucramiento de los diferentes actores en el proceso de cambio. La experimentación de procesos, métodos y materiales didácticos favorecen la creación de una cultura investigativa y de evaluación que contribuye al mejoramiento constante de la organización y al logro de un mayor nivel de calidad.
La innovación como el cambio debe preparar a la universidad a distancia para responder a las necesidades del futuro. Por su flexibilidad operativa estas instituciones tienen una vocación mayor a introducir innovaciones en los procesos curriculares y en las tecnologías en que se fundamenta el proceso educativo. Pero de cara al futuro, donde se vislumbra que la cantidad de conocimientos disponibles y su velocidad de cambios aumenten sustancialmente, lo importante es que la adaptabilidad de la educación a distancia permita una incorporación rápida de los nuevos conocimientos a la formación de los futuros egresados y romper el circulo vicioso de formar para el pasado con los conocimientos del pasado como ocurre en la actualidad en la educación presencial.
Independientemente de los aportes que puedan realizar los procesos de investigación, experimentación e innovación en el mejoramiento interno de la calidad de la educación superior, la sociedad requiere de mecanismos eficientes que certifiquen que la calidad de una determinada institución de educación a distancia, o presencial, está en consonancia con sus principios y su misión institucional. Este requerimiento es mayor en la medida que se ha expandido la educación superior y que las ofertas de educación a distancia crecen y se multiplican muchas veces con escaso control del Estado. Es por ello que en los últimos 20 años han surgido las agencias de acreditación y se han expandido y, más recientemente, han creado mecanismos para incorporar a las instituciones de educación a distancia entre sus preocupaciones.
El mecanismo de la acreditación es útil en la medida que es transparente y confiable. Tanto en la fase previa de autoevaluación como en la evaluación externa por pares, es indispensable que la institución objeto de acreditación tenga lo suficientemente claro que este procedimiento es un reconocimiento al trabajo de calidad realizado. En este sentido, el autoestudio debe ser elaborado de manera fiel a la realidad y destacar las fortalezas que justifican la acreditación, pero también las debilidades y el plan de mejoras orientados a superar las mismas.
Naturalmente, para que la acreditación tenga sentido en la educación a distancia y sea un verdadero reconocimiento al logro de sus principios y misiones, la misma debe realizarse en base a un sistema de indicadores elaborados a partir de la especificidad de la modalidad. Esto no significa que los requerimientos de calidad sean menores, sino que se atienda la naturaleza diferente de la educación a distancia. La agencia de acreditación puede ser la misma que acredite a las instituciones presenciales, pero en lo esencial los parámetros e indicadores y los pares evaluadores deben ser diferentes.
A la fecha, en el contexto de América Latina y el Caribe es la misma agencia de acreditación la que valora la calidad de las instituciones de educación presencial y a distancia y en los indicadores hay pocas o ningunas diferencias, lo cual sugiere la necesidad de establecer agencias acreditadoras propias de la modalidad. En este sentido existen algunas iniciativas como el centro de calidad establecido en la Universidad de Loja, pero si bien existe un desarrollo a nivel de los indicadores, todavía no existe alguna experiencia concreta de acreditación por una agencia especializada en la modalidad. Las universidades a distancia se han acreditado mediante agencias convencionales que han realizado cierta adecuación de sus instrumentos para incluir la educación a distancia.
La creación de una agencia de acreditación de la calidad para la modalidad a distancia es, pues, imperiosa. Los avances existentes deben ser la base de los futuros desarrollos de los parámetros e indicadores con los que evaluar y acreditar a las universidades de la región. Tarea que puede ser iniciada con la formación de los evaluadores externos en lo que se decide la creación de la referida agencia. Las asociaciones y redes de educación a distancia que inciden en la región deberían convocar una reunión específica para discutir la referida agencia. Esta agencia no suplantaría los mecanismos nacionales de acreditación, pero en todo caso sería un opción válida para testimoniar y certificar el trabajo valioso que han realizado las universidades a distancia de la región.