Educación y Competitividad
En los actuales momentos en que el país está abriendo sus fronteras al mercado mundial mediante convenios de libre mercado es de suma importancia orientar nuestra mirada al papel que juega el sistema educativo nacional, en particular, la universidad en la formación de los recursos humanos necesarios para participar con eficiencia en un mercado ampliado en el cual las grandes naciones tienen ventajas comparativas incuestionables, sobre todo, en lo que se refiere a la calidad de sus respectivos sistemas de formación.
Para poder competir en condiciones apropiadas el país requiere tener un sistema productivo basado en el uso de las tecnologías modernas disponibles, lo cual, a su vez, reclama la incorporación de recursos humanos en condiciones de hacer un uso eficicnte de las mismas, es decir, con las competencias necesarias para aprovechas esas tecnologías. Y es aquí donde radica el problema principal: nuestro país carece de tales recursos. El nivel promedio de escolaridad de la población ronda el 4.5%. En los países más competitivos dicho promedio es superior al 11.6%, tal es el caso de Cánada.
En este mismo sentido, el Banco Mundial establece el índice de economía del conocimiento que mide el progreso de de los países hacia una economía glogal basada en el conocimiento. Al respecto, en el informe del 2007 del CINDA sobre la Educación Superior en Iberoamérica, de 15 países de esta región incluidos en el estudio República Dominicana ocupa en dicho índice el último lugar, es decir, somos la nación menos competitiva.
Se agrava esta circustancia por hecho de que el mayor nivel educativo de la población corresponde a los estratos superiores de las clases sociales del país. En el informe de referencia se precisa, además, que los mayores niveles de desigualdad en la distribución del capital humano en la región, medido por índice de Gini, corresponden a República Domoinicana, Bolivia y Brasil. Es conveniente destacar que si bien nuestro país tiene una alta tasa de enrolamiento de estudiantes en el nivel básico, el 47% de los mismos no concluye la educación básica y es obvio que quienes concluyen son aquellos que tienen mayores facilidades por su origen social.
No cabe dudas sobre el hecho de que las limitaciones que presenta el sistema educativo en sus niveles inferiores, principalmente en lo que se refiere a la calidad de los aprendizajes y los resultados a las Pruebas Nacionales, son un verdadero obstáculo para el desarrollo de la educación superior y la formación de los recursos humanos que requiere el país para sustentar su participación en la competitividad de la economñia mundial. De aquí resulta conveniente visualizar la formación de los recursos humanos como una prioridad no solo de las universidades, sino también del gobierno y del sector privado quienes deben tener una visión más proactiva en la solución del problema educativo nacional.
Es incuestionable que para iniciar el proceso de mejoras del sistema educativo nacional para que el mismo alcance mayores niveles de logros, hay que reorientar las prioridades del gasto social del gobierno y asignarle al sector educativo las partidas que de conformidad con a ley le corresponde, es decir el 16% o el 4% del PIB, cifras muy superiores al 10.2 % asignado para el 2008. Un compromiso serio con el futuro educativo del país pasa, necesariamente, por la priorización del sector en las políticas públicas. Si queremos ser más competitivos como nación debemos invertir más en educación, en la formación de nuestros recursos humanos.