La calidad es hoy por hoy el Talón de Aquiles de la educación dominicana. Los esfuerzos que se han hecho durante las últimas décadas, en especial, a partir de los años noventa, no han logrado sus frutos. En ese período el mayor éxito de las políticas educativas implementadas se refiere a la democratización en el acceso de los niños/as a los diferentes niveles del sistema educativo, pasando a tener una cobertura neta casi total en el nivel básico y casi un 40% en el nivel medio, que es el primer paso para garantizar el derecho a la educación de todos/as personas sin diferencias de nacionalidad, etnia, religión, ideología o sexo.
Sin embargo, la eficiencia del sistema es baja. Son pocos los alumnos que logran terminar su educación básica. Los últimos datos disponibles indican que en los cuatro primeros grados de escolaridad en el nivel básico se pierde, en números redondos, el 25% de los inscritos y en los siguientes un 27% lo cual significa que de cada 100 niños que el sistema logra incorporar pierde un poco más de 50 en los primeros ocho años, encareciendo así el costo unitario de cada alumno que logra terminar el octavo grado. Este solo resultado cuestiona el éxito de las políticas de asistencia social que se implementan en el sistema educativo, tales como más de 1,600,000 raciones de alimentos diarios (17 millones de pesos), dotación de libros de texto, la anterior Tarjeta de Asistencia Escolar (TAE), hoy Programa Solidaridad, el ropero escolar, cuyo objetivo principal es incentivar a los niños para que asistan a las aulas y mejorar la calidad. En estos programas sociales se han invertido miles de millones de pesos y su impacto en la retención escolar ha sido mínimo. Pienso que si los recursos invertidos a través de estos programas se hubiesen orientados hacia la formación de los docentes, al mejoramiento de la infraestructura y a la dotación de equipos y mobiliarios, los resultados fueran mejores.
¿Qué ha estado pasando en el sistema educativo cuyos resultados son tan poco eficientes? Al responder es bueno considerar el hecho de que el sistema educativo refleja en gran medida las limitaciones de la sociedad en que se encuentra. En este sentido, la gran movilidad de personas del campo a la ciudad ha tenido como resultado, por un lado, el abandono de centros educativos rurales y por el otro la concentración de personas en la periferia de las grandes ciudades donde la infraestructura escolar es precaria. Los niños/as recién llegados a las ciudades no encuentran las facilidades para ingresar a la escuela y por lo general terminan engrosando las filas de los desamparados de la tierra. Así, la precaria situación económica del campo opera como factor desencadenante de la deserción escolar. Es una variable a considerar en el proceso de selección de las elites que se produce “naturalmente” a través de la escuela.
En adición a ello, resulta injusto que las escuelas rurales apenas llegen al 4to grado de básica y, además, son multigrados atendidas por uno o dos docentes que trabajan con dos grados simultáneamente. ¿Puede un docente nuestro, por lo general con una escasa remuneración, una precavía formación en las técnicas de aprendizaje del multigrado, y motivación baja garantizar una educación atractiva y de calidad que permita retener a los estudiantes en las aulas?
Por lo general el docente de que dispone la escuela dominicana tiene limitaciones en su formación. Hasta no hace mucho tiempo un docente de media podía ser sólo bachiller, hoy se requiere al menos la Licenciatura como título académico básico para ingresar a la carrera docente. Sin embargo, subsisten en el mecanismo de contratación debilidades que permiten a los directivos del sistema contratar personas con un nivel menor de formación. Sí queremos en verdad mejorar la calidad de la educación, esta práctica debería ser eliminada de plano y priorizar el concurso de oposición como medio idóneo para la selección y contratación de los docentes y directivos del sistema.
No sólo es precario el mecanismo de selección del cuerpo docente, sino que, como resultado de las pasiones políticas, cada cuatro años el Sistema Educativo pierde prácticamente la totalidad de sus directivos. Dando lugar a que las nuevas autoridades pierdan tiempo en asuntos vitales y a que muchas experiencias en curso no logren llegar a feliz término. Muchas veces en la formación de estos dirigentes excluidos se ha invertido muchos recursos financieros en la realización de programas de maestría y doctorados, para luego ser reemplazados por un personal poco calificado. Es un círculo vicioso que le está haciendo mucho daño al logro de las metas de las políticas educativas y al ideal de la sociedad de recibir una educación de mayor calidad.
Es obvio que en la sociedad del conocimiento en que vivimos, la formación de base (Licenciatura) es importante, pero no es suficiente para lograr una educación actualizada y de calidad. Se requiere poner a disposición del docente cursos de actualización permanentes que les permitan estar al tanto de los adelantos científicos y tecnológicos de su área de formación. Este planteamiento es válido también para las demás profesiones. En la época actual es difícil ejercer una actividad profesional con eficiencia contando apenas con los conocimientos incorporados en la vida de estudiante. La característica de la sociedad actual es el cambio constante, sobre todo del conocimiento. Por ello, el conocimiento incorporado en la universidad perime muy rápido. Es necesario actualizarlo en programas de postgrado y cursos de educación continuada. Las universidades del país han hecho un gran esfuerzo para ofertar programas de postgrado (especialización y maestrías) y en asociación con IES del extranjero se ofrecen también doctorados.
La oferta de educación continuada, incluyendo la formación de postgrado, se expresa en cursos cortos y diplomados, que deberían ser aprovechados con mayor interés por los egresados universitarios, ya que el conocimiento establecido tiene una vocación a ser sustituido por los nuevos avances de la ciencia y la tecnología.
Por tanto, no tiene razón el Presidente de la Suprema Corte de Justicia cuando critica la formación de los recién egresados de las Escuelas de Derecho, que salen de las aulas con una preparación de carácter general. A ellos les hace falta la especialización a nivel de postgrado que les permitan profundizar sus conocimientos en aquellas ramas del derecho de su interés específico. Es obvio también que el ejercicio de la profesión acompañado de cursos de educación permanente son los medios eficientes para formar a los buenos abogados.
Volviendo a nuestro ámbito de reflexión es bueno señalar que la creación del Instituto Nacional de Formación y Capacitación del Magisterio Nacional (INAFOCAM) fue un paso de avance en la creación de oportunidades de educación continuada para el magisterio nacional. La acción del gobierno en esta materia requiere de un impulso mayor para garantizar que los docentes participen de actividades de formación continuada, sea a través de cursos cortos como aquellos de mayor duración para renovar así sus conocimientos y estrategias metodológicas.
Otro factor que es conveniente ponerle mayor atención es el referido al sistema nacional de evaluación de los aprendizajes y su impacto en la permanencia de los alumnos hasta completar al menos su escolaridad de 12 años. En este sentido, se ha estudiado poco el efecto que tiene la promoción automática en los tres primeros grados de básica, medida que se introdujo como resultado de la Transformación Curricular en 1995, bajo el supuesto de que los niños tienen ritmos diferenciados de adquisición de las competencias de lecto-escritura, unos podían ser alfabetizados en pocos meses, otros requerían mayor tiempo para lograrlo. El mismo docente debía mantenerse de un curso a otro con el mismo grupo de niños ya que lo conocía mejor. Qué ocurrió en la práctica? La preocupación de antaño del docente por lograr la alfabetización de su grupo en el primer grado, se flexibilizó grandemente ya que en segundo podía completar su tarea y si no lo lograba en este podía transferirlo al tercero. Al llegar al cuarto de básica los docentes de este grado se encontraron (y se encuentran) con niños que, luego de tres años de escolaridad, no están alfabetizados plenamente. A partir de aquí empieza la labor remedial del sistema educativo para tratar de recuperar el tiempo perdido (3 años representan el 36% de la escolaridad básica). Es en esos primeros años de vida que el niño está en las mejores condiciones para desarrollar su potencial intelectual. Los daños que aquí se producen son prácticamente irrecuperables.
En este fracaso del sistema educativo en garantizar eficientes resultados en el primer ciclo de la educación básica, hay que ver una de las causas eficientes de la pérdida de la calidad en el sistema educativo. Obvio que también cuestiona la gestión de la educación: Cómo es posible que los diferentes niveles de gestión (supervisores, directores de centro, de distritos, etc.) no presten atención a lo que está ocurriendo en los tres primeros grados del sistema? Cómo es posible que la familia no tenga información temprana de los bajos niveles de logro que alcanzan sus hijos en las escuelas?
El otro gran fraude social en el sistema educativo lo constituyen las Pruebas Nacionales. En primer lugar dichas pruebas tienen como preocupación central la promoción: orientan su atención principal a los resultados del proceso educativo, controlan el final del proceso. Por ello, no tienen impacto alguno en la calidad del sistema. En segundo lugar, y como resultado de la preocupación central de las pruebas, su valor en el resultado final es de apenas un 30% y los docentes hábilmente establecen un colchón (notas altas mensuales, y cuatrimestrales) que auguran el éxito de casi la totalidad del universo que asiste a ellas. Lo ideal fuera que la evaluación estuviera orientada hacia lo que ocurre en el proceso formativo, teniendo siempre una mayor preocupación por el diagnóstico y la corrección de las limitaciones observadas.
No hay dudas, pues, que la preocupación por mejorar los resultados del sistema educativo pasa por una profunda revisión del sistema de evaluación. Sobre este sistema se hizo en el pasado reciente un gran esfuerzo de concertación lográndose la creación del Sistema Nacional de Evaluación de la Calidad de la Educación, creándose un organismo independiente (descentralizado) para la gestión. Bajo este sistema serían objeto de evaluación los alumnos, los docentes y su formación, los directivos, las políticas públicas en educación, el financiamiento, entre otras variables, ya que es injusto atribuir el fracaso escolar exclusivamente a los alumnos. Los otros actores y las políticas que se implementan pueden estar en el origen de esos resultados.
Otra variable que amerita una urgente revisión para garantizar una mayor calidad de la educación es el contenido de la educación. La Transformación Curricular tiene más de 10 años de haberse puesto en marcha mediante la ordenanza (1,95). En breve, plazo saldrán los primeros bachilleres que cursaron 12 años de escolaridad bajo la orientación pedagógica de dicho plan curricular. Al día de hoy no se ha hecho una exhaustiva evaluación de ese plan. Sin embargo, hay estudios parciales que evidencian los bajos niveles de logro de los estudiantes de octavo grados de básica y del cuarto de media. Los resultados de las Pruebas Nacionales en sí mismas son prueba fehaciente de los bajos niveles de logro de nuestros estudiantes.
He planteado la hipótesis de que los contenidos de ese plan están sobredimensionados, que a los niños/as se le exige más de lo que pueden efectivamente aprender. Por ello, como sostiene Ortega y Gasset, a los contenidos de la educación hay que darles un golpe de podadera, es decir, reducirlos y enseñar a los niños/as lo que es útil para ellos y para la sociedad. En este sentido, considero prudente que las autoridades hagan el esfuerzo que sea necesario para implementar el currículo por competencia que permite concretar más la experiencia de aprendizaje. Creo útil por igual que se reoriente la formación en los primeros cuatro grados de la Educación Básica y concentrar todo ese período en el aprendizaje de la Lengua materna y la matemática, exclusivamente. Al partir de estas dos disciplinas se pueden integrar otros contenidos y valores considerados importantes, teniendo siempre presente que el buen aprendizaje de la lengua materna es fundamental para el éxito de los alumnos en todo el recorrido de su escolaridad.
Sin embargo, por buenas intenciones que tengan las autoridades de educación por introducir los cambios necesarios en las políticas que se implementan, tienen una gran limitación: La cantidad de recursos financieros disponible (8% del presupuesto nacional en la actualidad, cerca del 1.8% del PIB). Por ello, es necesario que la sociedad, todos los sectores que la integran, se pongan de acuerdo en primer lugar, en el valor que se le atribuye a la educación en el proceso de desarrollo y en segundo lugar, en los aspectos básicos que deberían formar parte, de un proyecto, de modernización de la educación nacional. Para ello, pueden tomar como documentos de base el Plan Estratégico de la Educación Dominicana (2003-2015) elaborado bajo un proceso de amplia consulta con el apoyo financiero de la Unión Europea, la UNESCO y el BID y los avances logrados por el Foro Presidencial por la Calidad de la Educación Dominicana, no hay necesidad de repetir nuevos planes. La clase política debería dejar de lado sus propios intereses, sus propias políticas educativas, y permitir la concertación de un pacto social cuyo objetivo fundamental debería ser lograr la calidad de la educación puesta a disposición de las nuevas generaciones. Naturalmente, en ese pacto se debería establecer en horizonte de tiempo que permita el logro de sus metas, tiempo que debería ser superior a la duración de varios períodos de gobierno.
La discontinuidad de las políticas educativas impulsadas a lo largo de los últimos 20 años está al origen de los problemas que luce hoy el sistema educativo. Los políticos de todos los partidos han incurrido en el error de dejar a un lado iniciativas educativas del gobierno precedente e impulsar lo que el nuevo gobierno ha considerado prioritario así, mucho tiempo, muchos recursos financieros, y, sobre todo, muchas experiencias para mejorar la escuela se han perdidos.
En este tiempo en que por la naturaleza de las nuevas realidades del nuevo orden mundial (en lo político, económico y cultural) los pueblos y naciones están obligados a ponerse de acuerdo en las reglas de juego que deben permanecer, es posible pensar, y en verdad hacemos una apuesta por ello, en que el pacto social por la educación, podrá ser una realidad en nuestro contexto y que el mismo será respetado, sin importar los cambios de gobierno. Sólo de este modo podremos lograr el sueño a que todos aspiramos: Una educación de calidad para todos y todas los niños/as que habitan en nuestro país.
La universidad debería formar parte de dicho pacto. Es allí donde se forman los docentes de los diferentes niveles se reciben a los egresados del nivel medio y donde, sobretodo, se aglutina la inteligencia nacional. La universidad podría contribuir grandemente en el desarrollo de investigaciones y la búsqueda de soluciones a las limitaciones que presenta el Sistema Educativo. La alianza sincera de los partidos políticos, el gobierno, las universidades y las ONG´s vinculadas a la educación debería ser el soporte del pacto social por la calidad de la educación. En la búsqueda de esta concertación no deben existir exclusiones o aliados preferidos. Todas las instituciones políticas y sociales deberían ser llamadas a participar. La educación no es una tarea exclusiva del gobierno. Es un patrimonio de la sociedad y como tal, todos debemos velar por su desarrollo y por lograr que su calidad sea un orgullo no sólo para nuestros niños/as, sino también para la sociedad como un todo.