Discurso del rector en la Graduación ordinaria de María Trinidad Sánchez, Recinto Cibao Oriental.
El mundo de hoy tiene retos sumamente importantes a los cuales hay que prestarle atención inmediata. Uno de ellos tiene que ver con la necesidad de miles de ciudadanos de acceder y permanecer en las escuelas de sus respectivos países hasta el máximo de sus posibilidades intelectuales y sociales. Pero este requerimiento del mundo moderno y global no ha sido tan fácil de lograr a pesar de los ingentes recursos puestos por los países a disposición de la aplicación de las políticas de masificación de la educación. Y si a esta realidad le añadimos la necesidad de ofrecer una educación de calidad, veremos que las dificultades son aún mayores.
En el caso de nuestro país, se han realizado planes de corto y mediano plazo, se han planificado importantes reformas y se ha invertido mucho en la formación de nuestros docentes. Sin embargo, siempre quedamos en el último lugar de las evaluaciones serias que se realizan a nivel mundial en lo que se refiere a la calidad de los aprendizajes de nuestros alumnos. Y muchas veces los que deciden las políticas públicas están tentados a buscar la explicación de este fenómeno en la calidad de la formación de los decentes. Sin pretender quitar méritos a esta pretensión, es de justicia pedir a los decididores de política que miren hacia otras variables. Me luce que la continua precariedad de recursos para financiar los planes y la falta de continuidad de los mismos pueden ser, entre otras, razones a las cuales hay que prestarle atención.
Por ello, me uno al reclamo del Secretario de Estado de Educación en el sentido de que los 4500 millones de pesos consensuados en el Diálogo Nacional y aprobados en el Congreso Nacional, sean efectivamente puestos a disposición de esa importante cartera. Crear un mejor país supone una mejor educación para todos y todas. No debemos escatimar recursos hacia este sector, que es estratégico para el desarrollo nacional.
Otra de las grandes cuestiones a la que los países deben prestar toda su atención es a las consecuencias del cambio climático. Muchos países han sufrido grandes pérdidas en vidas y recursos como resultados de riadas, avalanchas, tifones, etc. Y constantemente observamos como se deshielan los glaciares. Uno de los efectos más impactante tendrá que ver con el desplazamiento de millones de personas como resultado de los cambios drásticos que se vivirán en el futuro. A juicio del experto Charles Ehrhart dicho desplazamiento será de entre 25 y 50 millones en el 2010 y de 700 millones para el 2050. y afirma “si no se toman medidas fuertes para frenar el calentamiento global, las consecuencias de las migraciones y de los desplazamientos podrían alcanzar una escala sin precedentes”.
Y esto señores graduandos y graduandas, no está muy lejos de nosotros. Cada vez las aguas desbordadas son más frecuentes en nuestro país. Hemos sufrido grandes calamidades en épocas muy recientes. Caminos y carreteras impiden el paso de los productos hacia los mercados y en el peor de los casos, muchos de nuestros conciudadanos han perdido la vida. Es el Caso de la Mesopotamia, de Jimaní, de villa Altagracia y el de Santiago, por tan sólo citar algunos de los más sonados por la gran destrucción y las pérdidas de vidas.
Recientemente la carretera que conduce a Constanza fue interrumpida por el desbordamiento de las aguas. El ministro de Obras Públicas afirmó que eso se produjo por los cambios que derivados de la deforestación en la zona montañosa de la carretera. Es pues urgente que nuestras autoridades inicien un plan de reforestación que involucre a las comunidades, y, sobre todo, un componente de educación para que nuestros campesinos no vean en el albor que crece un potencial enemigo. El bosque es importante para preservar los recursos acuíferos del país y la vida silvestre. Debemos como ciudadanos de este país evitar la deforestación y la desertificación del territorio nacional.
Graduandos y graduandas:
Uno de los grandes aportes que podemos hacer para las futuras generaciones es, precisamente, sembrar y cuidar un árbol. Si cada de ustedes lo hace en lo inmediato, 122 plantas darían sombra y producirían oxígeno limpio, pero si ese ejemplo es seguido por todos los dominicanos tendríamos 10 millones de ellos creciendo y purificando al aire que respiramos y, como es natural, reduciendo la temperatura promedio del país.
Y esto nos lleva a dos grandes conflictos que tienen que ver con el uso de los recursos naturales por empresas sin compromiso con la vida. El primer caso tiene que ver con la autorización del presidente peruano para explotar los recursos del Amazona en su zona de influencia. Los aborígenes se opusieron y regaron con su sangre la lucha contra esa autorización. En el día de ayer, el Congreso de ese país derogó, aunque provisionalmente, la referida autorización. Los habitantes de la amazonía prefirieron la naturaleza virgen a la destrucción y explotación de los grandes recursos de esa zona del planeta.
En nuestro país se libra una lucha similar, pero pacífica. Los que defienden la naturaleza se oponen a la planta de cemento en los Haitises. Y a este conflicto hay que buscarle una rápida solución. Pienso que la propuesta del episcopado dominicano es razonable y prudente. Qué impide traer expertos internacionales para que estudien el posible impacto de la referida explotación minera en los acuíferos de los Haitises?, Qué impide paralizar los trabajos de la referida cementera hasta tanto haya un acuerdo en relación al mejor lugar para su establecimiento?
Es tiempo de que los propietarios de esa empresa piensen un poco más en el futuro del país. Existen otros lugares con el mismo tipo de material que el existente en la comunidad de Gonzalo y cuya explotación no produciría los daños que se vislumbran para los estratégicos recursos naturales de los Haitises.
Graduandos y Graduandas:
Si queremos un mejor país para nuestros hijos y nietos debemos defender nuestros recursos naturales. Evitemos hacer con nuestra media isla lo que han hecho nuestros vecinos. Sembremos plantas frutales , maderables o de cualquier otra naturaleza, pero sembremos y evitemos que la capa boscosa del país sea destruida. Proyectos como la planta de Gonzalo son un peligro para el futuro de nuestros hijos. Leamos la pastoral de los obispos sobre la importancia de preservar a los Haitices y sus recursos naturales. Seamos militantes de la causa de los ecologistas. Su lucha es en realidad una preocupación por el futuro de nuestros hijos y nietos.
Un aspecto que no puedo dejar de lado es el relativo a la inseguridad que vivimos hoy. La prensa nacional es testigo vivo de la variedad de actos delincuenciales que ocurren en nuestros pueblos y vecindarios. Todos de algún modo hemos sido afectados y las autoridades del país han sido desbordadas por los acontecimientos. Por esto, invito a nuestros conciudadanos a que estemos atentos, a que apoyemos a los encargados de perseguir la delincuencia con nuestros recursos e inteligencia. El país requiere la unidad de todos para enfrenar con éxito la ola de inseguridad que vivimos debido a la delincuencia generalizada. No hay rincón del país donde hechos de este tipo no se produzcan a diario.
Graduandos y graduandas:
Ustedes tienen la responsabilidad y el compromiso ético de actuar con transparencia en beneficio de las mejores causas del país. Sean ustedes portavoces de los mejores intereses del la nación. Siempre unan sus fuerzas y su capacidad creativa a las causas nobles, a las causas que permitan construir una mejor nación, donde nuestros hijos puedan vivir en seguridad, respirar un aire puro, contemplar la belleza que la naturaleza virgen nos ofrece. Actuemos para dejar a nuestros hijos un país donde se respeten las leyes, donde las autoridades tengan como norte la transparencia y la rendición de cuentas. Y donde nuestros hijos y nietos puedan vivir en paz y disfrutar sanamente de la vida en la naturaleza.
Muchas Gracias.