El informe de la OCDE sobre la educación en República Dominicana (2007) da cuenta de las graves deficiencias que se han acumulado a lo largo de los años. En especial, descaca la democratización de la oferta como un hecho positivo ya que la misma alcanza a un número creciente de dominicanos que accede a las instituciones educativas del país. Sin embargo, tal crecimiento se ha producido sin los controles necesarios para que la calidad no fuera afectada. No cabe dudas de que el principal aspecto que llama la atención de los estudiosos del sistema educativo del país es la gran cantidad de niños y adolescentes que no concluyen su escolaridad básica, sobre todo en los tiempos actuales en que la compatitividad de las naciones depende más de los recursos humanos calificados que de los tradicionales capital, tierra y trabajo. Para ese contingente las oportunidades de lograr un buen empleo remunerado serán cada vez más escasas y dificiles.
Sin desmedro del derecho que tienen todos los habitantes del país a una educación básica y media de calidad, ofertada en igualdad de condiciones para todos, no cabe dudas de que las oportunidades de alcanzar un buen empleo en la economía abierta y global que hoy predomina está condicionada a la entrada al mercado con una formación universitaria apropiada.
El informe citado insiste en la conveniencia de introducir cambios importantes en la educación superior dominicana, sobre todo en lo que se refiere a su adecuación a las necesidades de los sectores productivos, asi como también en la necesidad de disponer de un claustro profesal mejor formado, con mejores opornidades salariales y una dedicación mayor a las actividades de investigación.
Es bueno insistir en la conveniencia de elevar el nivel de los docentes dominicanos a nivel de doctorado, para aumentar la calidad de la formación universitaria y para la necesaria actividad de investigación en nuestros centros de educación superior. Conviene que este tipo de programa se desarrolle en el país mediante convenios con universidades extranjeras con tradición en la formación de doctores, hasta tanto el país esté en condiciones de desarrollar sus propios doctorados. De este modo los recursos disponibles, escasos por demás, pueden alcazar un mayor rendimiento, es decir, favorecer la formación de un mayor número de doctores. La posibilidad de desarrllar la investigación cientítica y, por ende, entrar en la sociedad del conocimiento, depende en gran medida de la formación de doctores.
La orientación de las carreras universitarias es otra de las preocupaciones del informe. En particular se refiere a la insuficiente formación en las ciencias básicas ( biología, quimica, física, biotecnoñlogía, etc.) tan necesarias para el fortalecimiento de la industria nacional. Nuestras universidades priorizan las disciplinas propias de las ciencias sociales, humanidades, y las artes liberales, que si bien son necesarias en muchas de ellas hay abundancia, es decir, exceso de profesionistas que al entrar al mercado laboral no abtienen la remuneración que esperan. Y en esto opera la ley de la oferta y la demanda, que indica que cuando hay abundancia de un bien, su precio baja y que cuando hay precariedad los precios suben.
Aunque el tamaño de la matrícula universitaria ronda el 24% de de la población en edad de participar en este nivel de formación, augunos países de la región superan el 50%, no cabe dudas de que la concentración de la oferta en las llamadas carreras tradicionales es un grave problema de la educación superior dominicana. Por ello, de cara al futuro inmediato conviene que se adopten las medidas de lugar para promover la diversificación de la oferta de carreras no tradicionales. Es obvio, que el Estado debe jugar un papel estelar en la reforma universitaria. En primer lugar creando incentivos para las instituciones como para los potenciales estudiantes de las carreras necesarias para el desarrollo y, en segundo lugar, creando mecanismos para hacer más eficiente el proceso de aprobación de las nuevas ofertas. Es importante también que se gantice un empleo a los egresados de aquellos programas que estado indique como necesarios para el desarrollo.
El Plan Decenal de Educación Superior en proceso de elaboración es una oportunidad brillante para lograr la reforma universitaria de manera consensuada. Se corre el riesgo de que el mismo sea dejado de lado como resultado de los cambios políticos que pueden presentarse en el horizonte de duración de dicho plan, tal como acurrió con el Plan Estrategico de la Educación Dominicana. Por ello, es recomendable que se firme un pacto entre las fuerzas políticas del país, que permita que las metas del plan sean integradas a los programas de gobierno de los partidos y evitar que estos lleguen al poder con su propio librito. Las metas del Plan deben ser asumidas por la sociedad y tratar de velar por su cumplimeinto.
En este sentido, es importante acordar que el financiamiento de la educación superior sea elevado al menos al 1% del PIB, es decir, un poco mas del doble de lo que actualmente recibe. Una educación de calidad requiere de recursos crecientes para el logro de sus metas y en particular, para satisfacer las aspiraciones de la sociedad.
Naturalmente, las universidades deben por su lado asumir un compromiso con los mecanismos de aseguramiento de la calidad y participar activamente en los procesos orientados a la acreditación por pares, que es el mecanismo más confiable para la comunidad académica. El mejoramiento institucional de nuestras universidades es una responsabilidad de las propias instituciones. El Estado debe apoyar, pero son las universidades las responsables de su destino y sobre todo, de ofrecer a la sociedad resultados confiables, que aporten al bienestar colectivo.
@tennesseefinesseshirt Says:
agosto 4th, 2018 at 8:36 pmVisit @tennesseefinesseshirt
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